Aunque no se conoce con exactitud la fecha de origen del conocimiento de embarque, se estima que su uso se remonta a la época medieval. Este documento, clave en el transporte marítimo internacional comenzó a tener relevancia documentada a partir del siglo XVI, cuando los capitanes de barco lo utilizaban para certificar la recepción de las mercancías a bordo. El BL probaba la existencia de un contrato de transporte marítimo entre el puerto de origen y el puerto de destino.
Este documento, comparable al billete de un pasajero pero destinado a las mercancías, funcionaba como un comprobante legal y logístico de que la carga había sido embarcada correctamente. Como podemos imaginar, las primeras versiones del conocimiento de embarque era un formulario impreso que se cumplimentaba a mano, incluyendo información detallada sobre el vendedor, el consignatario, la descripción de la mercancía, el nombre del buque, y los puertos de salida y llegada.
La primera regulación internacional del conocimiento de embarque marítimo llegó con el Convenio de Bruselas en 1924. Posteriormente, se vio modificado por las Reglas de la Haya-Visby de 1968 y posteriormente y más recientes modificaciones sobre la regulación de los conocimientos de embarque son por las Reglas de Hamburgo en 1978 proyectado por UNCITRAL ( Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil).